18 nov 2010

Vixen. (Vixen!)



A finales de los sesenta las cosas estaban cambiando. Desde que el doctor Alfred Kinsey publicara unos reveladores estudios sobre la conducta sexual de los norteamericanos a mediados de los años cincuenta, poco a poco el sexo empezó a ser explotado en el cine. Primero con los nudies, cándidas películas sin contenido sexual pero que mostraban cuerpos desnudos en la naturaleza, y luego las sexploits, películas que trataban el sexo intentando atraer espectadores con algo de morbo. Es entonces que, a partir de finales de los sesenta, empiezan a aparecer las primeras películas pornográficas que se exhibieron en sex shops, todavía faltaba para que se exhibieran en una sala cinematográfica. Sin embargo, la cada vez más desinhibida representación del sexo en pantalla, llevada a cabo por la principal financiadora de la pornografía: la mafia, hace que muchos cineastas de serie B independientes se queden sin temática e indecisos ante los extremos a los que se puede llegar en una pantalla de cine. La respuesta de Russ Meyer fue contundente: el estreno de Vixen. (Vixen!), primero de forma accidentada en 1968 y luego de nuevo en 1969 y otra vez en 1972.

Vixen! fue la primera película abiertamente sexual de Meyer, en la que mostraba actos sexuales (siempre simulados, Meyer nunca hizo pornografía). El impacto sociológico del film fue tal que pasó a definir un tipo de mujer, la que encarna a la perfección Erica Gavin en pantalla. Además la película trata temas sociales como el racismo y el comunismo, adelantándose al cine social de los 70. Al éxito de la película también contribuyó el hecho de que las mujeres fueran a verla. En Vixen! se representa un tipo de mujer real, alejada de los tópicos cinematográficos, que hace que la película resulte atractiva a las mujeres. Escribe Pedro Calleja en su libro Meyerama: Las mujeres, o, mejor dicho, LA MUJER de Vixen!, encarnada por Erica Gavin, ya no es una caricatura exagerada de un ideal femenino desproporcionado. Es real, fuerte, sexualmente dominante. Toma sus propias decisiones, no tiene prejuicios y suda. 

La habilidad de Russ Meyer para trascender un género habitualmente dedicado a la explotación femenina para disfrute masculino hace que sus películas sean eróticas para todos los públicos. Es decir, para disfrute masculino y femenino. Eso sin mencionar su habilidad para el desarrollo dramático en una trama sólida, que no es una simple excusa para mostrar la siguiente peripecia sexual. Algo que ni los pedantes directores de softcore francés lograron.

Sin embargo esta maravilla le trajo diversos problemas a Meyer. Fue la primera película que recibió una X por cortesía de la MPAA, como le luego le pasó a Cowboy de medianoche (Midnight Cowboy, John Schlesinger, 1969). Estas calificaciones fueron retiradas con los años y sólo las películas pornográficas recibieron la X a partir de Garganta Profunda (Deep Throat, Gerard Damiano, 1972). La película, que a los pocos meses sobrepasaba los siete millones y medio de recaudación, provocó que grupos puritanos y religiosos, censores y jueces entablaran varios juicios contra exhibidores, dueños de salas de cine, diarios que mostraban publicidad de la película y críticos de cine que la defendieron. Meyer inicia una larga lucha contra todos estos grupos y contrató al abogado Elmer Gertz, que defendió en su día a Henry Miller por acusaciones similares. La película fue retirada de circulación y vuelta a estrenar en diversas ocasiones a pesar de los intentos de destruirla.

Lo que queda al final es una excelente película que combina drama y comedia con grandes dosis de erotismo y que iniciaría uno de los periodos más fructíferos de Meyer artísticamente hablando.

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