23 nov 2011

Mala fama


Durante los 80, en plena fiebre slasher, hubo una suerte de corriente opuesta que protestaba por la gran cantidad de películas de este género que se estrenaban entonces ya que las consideraban misóginas, perversas, obscenas... Basura, en una palabra.

En Estados Unidos, los máximos representantes de este movimiento anti-slasher fueron los críticos televisivos Roger Ebert y Gene Siskel. Estos dedicaron un episodio de su programa Sneak Previews a denunciar estas películas y dar la voz de alarma a lo que se consideraba un ataque contra la mujer. Este especial, llamado Women in danger, resulta interesante y divertido hoy día por la manera histérica y fanática en la que los presentadores se lanzan en su diatriba contra el cine de terror. Resulta también interesante por la falta de profesionalidad de la que hacen gala, mostrando fragmentos sacados de contexto o inventándose de que trata la película. El ejemplo más significativo lo sufre Llama un extraño (When a Stranger Calls, Fred Walton, 1979), cuando muestran un fragmento del principio que es absolutamente diferente de como es el resto de la película. Además, cometen para mí un pecado imperdonable: criticar películas sin haberlas visto. Se lanzan a desechar y llamar basura toda una serie de películas leyendo simplemente unas pocas lineas del argumento. Irónicamente, una de las películas que califican de basura es la clásica Aullidos (The Howling, Joe Dante, 1981), que nada tenía que ver con el slasher y de la que harían una crítica positiva tras haberla visto (sin disculparse por calificarla de basura anteriormente).





En varias ocasiones ya he hablado sobre el slasher, sobre feminismo y slasher y he defendido y comentado el género. Sin embargo, eso no quiere decir que no haya películas slasher que sean malas o misóginas. Dentro de un género se producen tanto buenas como malas películas. Una de las realmente malas es Creando el terror (Girls Nite Out, Robert Deubel, 1982).

El argumento (es un decir) de la película gira en torno al habitual psicópata que se dedica a masacrar adolescentes. En este caso, el asesino lo hace vestido de oso bailarín al cual ha incorporado una mortal garra hecha de cuchillos y sus víctimas son los estudiantes que participan en una especie de "caza del tesoro". Cada vez que asesina a una chica, este oso bailarín psicópata suelta una frase que supura odio contra las mujeres.

Sin ningún tipo de imaginación, sin suspense, sin diversión, la película se ve lastrada además por unas pésimas interpretaciones que intentan resultar divertidas para ser simplemente aburridas. Sorprende que entre los pésimos actores se encuentre el veterano Hal Holbrook, aunque creo que el hecho de que uno de los universitarios (como suele ser habitual, los actores tienen cara de que tendrían que haber terminado la carrera hace tiempo) esté interpretado por su hijo, David Holbrook, tal vez tenga algo que ver.

Originalmente, la película se rodó en 1982 con el título The Scaremaker, pero se estrenó en 1984 con su título definitivo, haciendo énfasis en los aspectos supuestamente eróticos de la película. Por supuesto, en la película el erotismo brilla por su ausencia, ni siquiera la actriz que aparece en el tráiler (abajo) aparece en la película (y ya ni hablamos de las chicas que aparecen en el póster). Todo una maniobra típica de productores sin escrúpulos.

Copiando elementos de diversos (hoy) clásicos como La noche de Halloween (Halloween, John Carpenter, 1978) o Viernes 13 (Friday the 13th, Sean S. Cunningham, 1980) (de hecho, hasta cogen a Lauren-Marie Taylor, actriz que previamente había aparecido en la fantástica Viernes 13, 2ª parte (Friday the 13th Part 2, Steve Miner, 1981)), la película se arrastra hasta el soporífero clímax final, eso si el espectador no se ha dormido antes.

Un título a evitar.

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