4 sept 2015

No querían matar, pero tampoco querían morir: Las colinas tienen ojos de Wes Craven

Cuando el lunes escribí mi breve nota sobre la muerte de Wes Craven, descubrí, para mi sorpresa, que no había escrito ningún artículo sobre su clásica película Las colinas tienen ojos (The Hills Have Eyes, 1977). Me sorprendió porque, dentro de la filmografía de este director, es uno de los títulos que más me gustan. Decidido a remediarlo, hoy nos adentraremos en el desierto para enfrentarnos al monstruo más cruel y peligroso que nos podemos encontrar: el ser humano.

Craven ha explicado que se inspiró en la leyenda del clan asesino de Sawney Beane. Esta leyenda cuenta que Beane y su clan asesinó y devoró cientos de viajeros a finales del siglo XVI en Escocia. Beane decidió que la vida de jardinero que llevaba su padre no era para él y se marchó junto a su esposa para hacer fortuna. Atrapados por una tormenta, encontraron una cueva muy profunda donde refugiarse. Por algún motivo, decidieron hacer de la cueva su hogar, robando y asesinando a viajeros incautos que pasaran por los caminos cercanos. Y en algún momento de su vida en la cueva, Beane y su familia se hicieron caníbales, empezaron a comerse a los viajeros que asesinaban, usando partes del cuerpo como decoración para la cueva en que vivían. Mediante el incesto, el clan Beane aumentó hasta crear una tribu propia de casi 50 individuos, entre hombres y mujeres. Tras 25 años de asesinatos, las autoridades acabaron con los Beane de forma bastante expeditiva: los hombres fueron torturados y ejecutados en público, las mujeres quemadas en hogueras. O al menos eso cuenta la leyenda.

Las colinas tienen ojos es la culminación de una etapa extremadamente interesante dentro del cine de terror americano. Como ya se ha comentado muchas veces, la guerra de Vietnam, el Watergate, las manifestaciones y protestas antibélicas, la lucha por los derechos civiles, crearon un poso social del que se alimentaron películas de terror particularmente violentas y explícitas. No me extenderé demasiado sobre este trasfondo social, ya que se ha tratado muchas veces, pero sí cabe señalar que el film de Craven es el momento álgido de este periodo, del que él mismo había sido de los primeros en contribuir con su película La última casa a la izquierda (The Last House on the Left, 1972), ya que con el estreno de La noche de Halloween (Halloween, John Carpenter, 1978) y Viernes 13 (Friday the 13th, Sean S. Cunningham, 1980) el género entraría en un nuevo periodo.

El film cuenta la terrible experiencia que sufre una familia que, después de que un accidente de coche haga que se queden varados en el desierto, es atacada por un clan de caníbales asesinos. Esta sencilla historia permite a Craven reflexionar sobre el lado oscuro, animal, que amenaza con destruir la superficie civilizada del ser humano. En este sentido, cabe destacar la estructura de la familia que protagoniza el film. En primar lugar tenemos al patriarca, Bob Carter (Russ Grieve), un policía retirado que funciona como representante de la autoridad. La matriarca es Ethel Carter (Virginia Vincent), una mujer que representa la religión. Luego tenemos la representación de la típica familia de clase media, en el matrimonio que forman la hija mayor de los Carter, Lynne (Dee Wallace), y Doug (Martin Speer), junto a su recién nacida hija. Completando el cuadro, tenemos a los representantes de la juventud, Bobby (Robert Houston) y Brenda (Suze Lanier-Bramlett), ambos rubios y atractivos, todo lo que debería ser el joven americano de rigor.

Por tanto, podéis ver que en el clan Carter queda representada la Gran Familia Americana. Cuando esta Gran Familia Americana es atacada por el clan que encabeza Papá Júpiter (James Whitworth) se verá obligada a deshacerse de su capa civilizada para poder sobrevivir. A mostrar su "lado feo". Algo a lo que están obligados a hacer si quieren sobrevivir, del mismo modo que las autoridades hacen lo que sea para poder sobrevivir al caos que representa el cambio (reflexionad sobre ello en las próximas elecciones y "el terrible caos" con el que algunos partidos intentan dar miedo al votante). Es interesante notar que en la película, según cuenta el viejo Fred (John Steadman), Júpiter nace siendo malvado y sobrevive en el desierto después de que su padre intente asesinarlo. De modo que el clan que se origina a partir de aquí es más realista que el representado en posteriores películas, y están allí por decisión propia, ya que fácilmente podrían volver a la civilización.

Observando la película por sus cualidades estrictamente cinematográficas, dejando de lado subtextos y alegorías, destaca por su efectividad a pesar de los 38 años pasados desde su estreno y el bajo presupuesto con el que fue rodada. Aunque hoy día se estrenan películas mucho más violentas y explícitas, el film de Craven funciona por la tensión y suspense con el que se rodean las secuencias de violento terror. En un momento del film podemos ver un póster roto de Tiburón (Jaws, Steven Spielberg, 1975), es la manera que tiene Craven de decir: "eso es el terror según Hollywood, esto es terror de verdad" (algo que llevaría a Sam Raimi a poner un póster roto de Las colinas tienen ojos en su clásico Posesión infernal [The Evil Dead, 1981], un guiño que Craven le devolvería poniendo Evil Dead en la televisión que Nancy mira en su habitación en Pesadilla en Elm Street [A Nightmare on Elm Street, 1984]). Un gesto que queda puntuado por ese plano final del rostro desencajado de un hombre que acaba de cometer un asesinato llevado por el instinto de supervivencia, un deliberado plano final que hace explícito el mensaje de Craven. Y es así ya que el director cambió el final original, más convencional (de hecho, el remake reproduce el final original del film de Craven), por este otro más efectivo y que mejor representaba su idea.

Las colinas tienen ojos es un clásico del cine de terror. Funciona hoy igual que en 1977 y sus temas siguen siendo actuales. Un film que ha sido muy influyente dentro del género, un título imprescindible para los aficionados. No se puede decir lo mismo de su secuela.




Las colinas tienen ojos, 2ª parte (The Hills Have Eyes Part II, Wes Craven, 1984): Necesitado de dinero y ante las dificultades de encontrar un estudio que le produjese el guion de Pesadilla en Elm Street, Craven rueda rápidamente esta continuación de su clásico. Según cuenta IMDB, la razón de que esta película se estrenara después de Pesadilla se debe a que se les acabó el dinero mientras la rodaban y se decidió terminar el film a toda prisa cuando Pesadilla se convirtió en un éxito, lo que explica que esta secuela esté llena de flashbacks aprovechando material de la primera película. Flashbacks bastante innecesarios (añaden solo unos cinco-seis minutos) pero dotan el film de su momento más recordado: el flashback perruno.

Teniendo en cuenta que Craven se desentendió de esta secuela y la borró de su filmografía, no sé si es necesario detenerse mucho en ella. Es una versión sin imaginación de la primera película. Un grupo de adolescentes son víctimas de dos miembros del clan del film original, lo que convierte el film en un slasher típico. A pesar de todo, es tan ridícula en algunas partes, que tampoco se puede decir que sea un film aburrido. Vedla solo si sois muy, muy, muy completistas.



Las colinas tienen ojos (The Hills Have Eyes, Alexandre Aja, 2006): Resulta significativo que de los recientes remakes que se han hecho de películas de Wes Craven, los dos en los que Craven trabajó como productor y se involucró plenamente en ellos han resultado ser filmes excelentes, mientras que el tercero con el que no tuvo nada que ver (ni siquiera le consultaron, se lamenta Craven en el documental Never Sleep Again [Daniel Farrands, Andrew Kasch, 2010]) resultó ser un fracaso. Ya habréis deducido que los remakes en los que Craven se implicó fueron el que nos ocupa ahora y La última casa a la izquierda (The Last House on the Left, Dennis Iliadis, 2009), mientras que Craven no tuvo nada que ver con la infumable y terrible Pesadilla en Elm Street (A Nightmare on Elm Street, Samuel Bayer, 2010).

La película de Aja funciona ya que equilibra ser respetuoso con el original y desarrollar su propia y personal visión de la historia. Destaca por ser mucho más fantasiosa que la original, creando un clan de mutantes deformes que son claramente "monstruos de película", pero creo que es un acercamiento que resulta efectivo ya que ayuda a digerir las escenas de violencia más explícita, igual que la narrativa mucho más estilizada.

Siguiendo el film de Craven, proporciona realmente una experiencia distinta, con lo que el film se puede valorar por si mismo. Lo que no solo lo incluye en la muy corta lista de remakes recientes que funcionan, además hace de ella una notable película muy recomendable a los aficionados al género.



El retorno de los malditos (The Hills Have Eyes II, Martin Weisz, 2007): Escrita por el propio Wes Craven junto a su hijo Jonathan, esta secuela no es tan buena como la película de Aja pero se esfuerza tanto en resultar brutal y sangrienta que al final resulta notable en ese sentido.

Ciertamente, no la puedo recomendar por sus valores cinematográficos, pero, a pesar de todo, me parece un film tremendamente entretenido. En esta ocasión es un grupo de soldados novatos el que se enfrenta al clan de mutantes caníbales. Creo que al eliminar la dinámica de dos familias enfrentadas se elimina gran parte de lo que hace que Las colinas resulte interesante. De todos modos, siempre me ha gustado el terror de supervivencia, películas en la que personajes se ven arrojados a un entorno hostil, con algún psicópata de por medio, y se ven obligados a deshacerse de la capa de civilización de la que antes hablaba.

En este sentido, si os interesan este tipo de películas, esta cinta es mejor que muchos títulos recientes del estilo, así que si no la conocéis puede que os acabe gustando, demostrando vuestro buen mal gusto.


4 comentarios:

Victor dijo...

Una cinta malsana y oscura..pese a ser en pleno desierto. Muy buena.
Un saludo

Raúl Calvo dijo...

Desde luego, muchos de sus momentos más oscuros transcurren a pleno sol. Saludos.

Dr. Gonzo dijo...

Con la primera me llevé una gran decepción porque mi madre me la vendió como una salvajada impresionante, pero luego a mí no me pareció nada del otro mundo jaja Con un segundo visionado, y ya sabiendo lo que me iba a encontrar, la disfrute bastante más.

Eso sí, el remake me parece genial y bastante superior a la original. Para mi gusto tiene todo lo que yo quería que tuviese la otra.

Raúl Calvo dijo...

Bueno, en 1977 era una salvajada. Cuando yo la vi sin que nadie me dijera nada, solo sabía que era del mismo que había dirigido Pesadilla en Elm Street, me gustó mucho y detalles, como usar el cadáver de la madre como cebo, me impresionaron. El remake me gusta pero no me impresionó tanto, ya que, como digo, es mucho más cinematográfico y peliculero (no lo digo como demérito). En cierto modo es como el remake de Amanecer de los muertos: carecen del subtexto y la inteligencia de los originales pero son film muy entretenidos y efectivos en ese sentido.